Colaboraciones
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Los atraparrayos
Los atraparrayos
Desde que el género humano surgió y dominó la Tierra,
siempre ha tenido admiración y terror a la vez, por los rayos.
De repente, en la oscuridad de una noche nublada surge una luz enceguecedora, seguida de un estruendo y a lo lejos se aprecia el inicio de un incendio? seguramente esto es asunto de algún Dios, ¿están contentos? ¿enojados? Misterio? En varias culturas de la antigüedad, el Dios del rayo representa el poder más grande, el poder absoluto.
Con el paso de los siglos algunos valientes científicos dejaron de temer y ver al rayo desde lejos, trataron de acercarse y algunos de ellos, intentaron atrapar los rayos. Nacieron los atraparrayos.
En junio de 1752, en Filadelfia, Estados Unidos, Benjamín Franklin hizo volar un papalote durante una tormenta. Con ello quería demostrar la naturaleza eléctrica de los rayos y lo consiguió.
Fabricó un papalote con dos tiras delgadas de cedro y un pañuelo de seda extendido. Le agregó una cola, una punta metálica y lo hizo volar a través de las nubes por medio de un hilo de seda. Tenía la idea de que la seda podría resistir una tormenta sin rasgarse. En el extremo de la cuerda de seda amarró una pequeña llave metálica para ver el efecto del rayo atrapado. La llave se cargó de electricidad y empezaron a salirle chispas. Esto ocurrió, afortunadamente, antes de la caída de un rayo. Franklin concluyó que un rayo debería ser llamado fuego eléctrico.
El éxito del experimento le fue de gran ayuda para explicar su teoría y demostrar que los rayos podían ser atraídos. Con estos conocimientos nacieron los primeros pararrayos en forma de punta llamados "Puntas Franklin".
Un año después, en julio de 1753, el científico ruso Georg Wilhelm Richmann hizo el experimento de atraer un rayo en una tormenta por medio de una barra de hierro. La barra si fue capaz de atraer un rayo, que pegó en la cabeza del científico, matándolo al instante.
Este hecho demostró la peligrosidad del experimento de atraer rayos.
En 1767, en el libro "Historia y estado presente de la electricidad", Joseph Priestley escribió sobre el malogrado científico ruso: "No todo electricista puede morir de manera tan gloriosa como el justamente envidiado Richmann".
Más de 150 años después, Nikola Tesla, naturalizado norteamericano, hizo experimentos con los rayos y mejoró el conjunto de conocimientos que se tenían hasta entonces sobre este fenómeno. En 1918 obtuvo una patente para un dispositivo en forma de sombrilla que impedía la formación de los rayos. La idea de Tesla era colocar estos dispositivos en los edificios para evitar los daños que causan estas grandes descargas atmosféricas.
En la actualidad, se sabe que un rayo es una descarga atmosférica que puede alcanzar los 20 000 0C, 5 km de longitud y 200 mil amperes; como comparación, nuestros enchufes eléctricos domésticos mantienen alrededor de 20 amperes.
Los modernos atraparrayos, ahora conocidos como pararrayos, se dedican a proteger a las personas y equipos que pueden sufrir una descarga de un rayo y que se encuentran en grandes edificios comerciales, escuelas, fábricas, centros de procesamiento de datos, de telecomunicaciones, instalaciones eléctricas y petroleras como las refinerías y, en general, cualquier construcción por encima del suelo e inclusive construcciones subterráneas. Se diseñan sistemas de protección contra descargas atmosféricas que se componen básicamente de un elemento captador, un elemento conductor y un elemento disipador en la tierra.
Tal vez los modernos pararrayos han perdido la magia y el encanto de los pioneros atraparrayos, pero han alcanzado la efectividad suficiente para protegernos de los peligros de las grandes tormentas que siguen perturbando nuestros sueños.
Conoce más sobre el tema en la cápsula introductoria del curso: "Protección contra descargas atmosféricas", elaborada por personal del INEEL.
https://www.youtube.com/watch?v=EkkFr-VTXQ0
De repente, en la oscuridad de una noche nublada surge una luz enceguecedora, seguida de un estruendo y a lo lejos se aprecia el inicio de un incendio? seguramente esto es asunto de algún Dios, ¿están contentos? ¿enojados? Misterio? En varias culturas de la antigüedad, el Dios del rayo representa el poder más grande, el poder absoluto.
Con el paso de los siglos algunos valientes científicos dejaron de temer y ver al rayo desde lejos, trataron de acercarse y algunos de ellos, intentaron atrapar los rayos. Nacieron los atraparrayos.
En junio de 1752, en Filadelfia, Estados Unidos, Benjamín Franklin hizo volar un papalote durante una tormenta. Con ello quería demostrar la naturaleza eléctrica de los rayos y lo consiguió.
Fabricó un papalote con dos tiras delgadas de cedro y un pañuelo de seda extendido. Le agregó una cola, una punta metálica y lo hizo volar a través de las nubes por medio de un hilo de seda. Tenía la idea de que la seda podría resistir una tormenta sin rasgarse. En el extremo de la cuerda de seda amarró una pequeña llave metálica para ver el efecto del rayo atrapado. La llave se cargó de electricidad y empezaron a salirle chispas. Esto ocurrió, afortunadamente, antes de la caída de un rayo. Franklin concluyó que un rayo debería ser llamado fuego eléctrico.
El éxito del experimento le fue de gran ayuda para explicar su teoría y demostrar que los rayos podían ser atraídos. Con estos conocimientos nacieron los primeros pararrayos en forma de punta llamados "Puntas Franklin".
Un año después, en julio de 1753, el científico ruso Georg Wilhelm Richmann hizo el experimento de atraer un rayo en una tormenta por medio de una barra de hierro. La barra si fue capaz de atraer un rayo, que pegó en la cabeza del científico, matándolo al instante.
Este hecho demostró la peligrosidad del experimento de atraer rayos.
En 1767, en el libro "Historia y estado presente de la electricidad", Joseph Priestley escribió sobre el malogrado científico ruso: "No todo electricista puede morir de manera tan gloriosa como el justamente envidiado Richmann".
Más de 150 años después, Nikola Tesla, naturalizado norteamericano, hizo experimentos con los rayos y mejoró el conjunto de conocimientos que se tenían hasta entonces sobre este fenómeno. En 1918 obtuvo una patente para un dispositivo en forma de sombrilla que impedía la formación de los rayos. La idea de Tesla era colocar estos dispositivos en los edificios para evitar los daños que causan estas grandes descargas atmosféricas.
En la actualidad, se sabe que un rayo es una descarga atmosférica que puede alcanzar los 20 000 0C, 5 km de longitud y 200 mil amperes; como comparación, nuestros enchufes eléctricos domésticos mantienen alrededor de 20 amperes.
Los modernos atraparrayos, ahora conocidos como pararrayos, se dedican a proteger a las personas y equipos que pueden sufrir una descarga de un rayo y que se encuentran en grandes edificios comerciales, escuelas, fábricas, centros de procesamiento de datos, de telecomunicaciones, instalaciones eléctricas y petroleras como las refinerías y, en general, cualquier construcción por encima del suelo e inclusive construcciones subterráneas. Se diseñan sistemas de protección contra descargas atmosféricas que se componen básicamente de un elemento captador, un elemento conductor y un elemento disipador en la tierra.
Tal vez los modernos pararrayos han perdido la magia y el encanto de los pioneros atraparrayos, pero han alcanzado la efectividad suficiente para protegernos de los peligros de las grandes tormentas que siguen perturbando nuestros sueños.
Conoce más sobre el tema en la cápsula introductoria del curso: "Protección contra descargas atmosféricas", elaborada por personal del INEEL.
https://www.youtube.com/watch?v=EkkFr-VTXQ0